Crónica ATM - GRA.

Mientras los periodistas serios de este blog nos despertábamos a horas intempestivas un domingo para ver el partido del "Atleti" a las 12:00 (otro gran invento de esta enorme pantomima de Federación que tenemos para aumentar la audiencia de China) los equipos participantes salieron sin haberse despertado del todo, y contribuyeron a que los allí presentes nos lleváramos las manos a la cabeza preguntándonos qué hacíamos allí.

Seamos honestos. Con partidos como estos, los chinos no sólo dejarán de ver nuestro fútbol si no que además dejarán de tenerlo mitificado. Los pobres, en una muestra más de su indómito sentido del humor, siguen considerándola una de las mejores (si no la mejor) liga del mundo.
Atlético de Madrid y Granada nos brindaron un extraordinario partido para el aperitivo que no es otro que ese que sabes que se está jugando y que está puesto en la televisión del bar a la que no haces ni caso pero hacia la que desvías la mirada de cuando en cuando. No merecía otra cosa el encuentro.
El partido fue lo que coloquialmente se conoce como una castaña. El Granada, viendo que los colchoneros parece que han recuperado olfato goleador jugó a echar el cerrojazo a su portería, y el Atlético mostró su cara más gris. Era un partido de esos de la primera vuelta. El Granada malviviendo en los partidos y el conjunto madrileño, con Goyo Manzano como principal exponente, viviendo sin vivir, y convirtiendo la existencia de sus seguidores en una auténtica tortura. Eso es lo que se vivió a orillas del río Manzanares (al que más de uno pensó en tirarse si tuviera cauce). Eso y un robo escandaloso por parte del árbitro.
Del partido muy poco se puede decir más que una plegaria por que una cosa así de horrorosa no vuelva a repetirse nunca más. Algo parecido a lo que todos pensamos de los nacimientos de personajillos de farándula, y no quiero mencionar nombres (Belén, JJ, Kiko, etc.).
El cielo azul (todo lo azul que permite la polución) de Madrid atraía más la atención que el insufrible espectáculo que tenía lugar en el césped del Calderón. Sólo nos despertó del letargo una sospechosa mano inventada que señaló el árbitro a favor del Atlético. ¿Una decisión arbitral a favor cuando no existió infracción alguna? ¡Eso sólo puede significar una cosa!, pensamos todos los allí presentes. Efectivamente, llegó el gol de Miranda. Y el partido tornó a ser incluso más aburrido. Los del Frente Atlético dejaron de animar y comenzaron a leer a Fiodor Dostoïevsky y su "Crimen Y Castigo", sin duda en alusión al partido que estaban viviendo.
Y se sucedieron los segundos que parecían minutos y los minutos que parecían horas, bien aderezados con decisiones arbitrales de las que se puede fácilmente discrepar (penalti no señalado a favor del Granada, expulsión injusta de Henrique, por sólo nombrar dos). Y mientras tanto, como quien no quiere la cosa, Falcao se encontró con el gol. El colombiano parece que sólo responde cuando le aprietan las tuercas, ya que el estadio sólo entreabría los ojos para pitarle cuando tocaba el balón. No es para menos teniendo en cuenta todo lo que había fallado hasta el momento (y no nos referimos sólo a este partido).
El árbitro hizo sonar el despertador que resultó ser su silbato y todos nos fuimos a casa pensando en lo satisfactoria que iba a ser nuestra siestecita...

      Falcao anodadado por el estruendo de los ronquidos de su afición

                                   



De Lazarillo para yosiquelatocoymevoy, desde la Cafetería Pirámides, en los aledaños del Calderón, Madrid.